Como en Venezuela, donde la oposición decidió enfrentar unida a Hugo Chávez, tras deponer intereses personales o partidarios en un esfuerzo por tratar de salvar a la República, algo parecido ha comenzado aparentemente a suceder en Ecuador. En efecto, el grupo de notables (incluye políticos, académicos y ciudadanos) denominado Cauce Democrático acaba de proponer la unificación de la oposición a Rafael Correa, ante lo que consideran "el tenebroso futuro que se cierne sobre nuestra Patria".
Lo hace convocando a todos a conformar una amplia alianza que, en las próximas elecciones, pueda "poner fin a la dictadura y restablecer la democracia". Clarísimo y oportuno a la vez porque la deriva ecuatoriana hacia el autoritarismo es evidente. Correa, como es característico de los "bolivarianos" y de sus compañeros de ruta, está acumulando groseramente todo el poder en sus manos, desarmando el esquema de equilibrios entre los poderes que están en la esencia misma de la democracia. Además, ha estado sometiendo a la Justicia y a los organismos de control de manera de transformarlos en sumisos al poder político, como si no debieran ser independientes por definición, para así defender a los ciudadanos de la arbitrariedad del poder y evitar la impunidad de quienes circunstancialmente gobiernan el país.
El grupo lo dice sin miramientos: "el Presidente cotidianamente desconoce la Constitución o arbitrariamente la reforma, mediante leyes, reglamentos y resoluciones, por lo que cabe decir que ella está vigente en cuanto no contradiga sus designios, como habitualmente sucedió en las pasadas dictaduras." Clarísimo.
Lo reiteran al decir: "la concentración de todos los poderes en el Presidente, de los que se ha valido para perseguir judicialmente al diario El Universo y poner al servicio de similares propósitos una intimidatoria Secretaría de Inteligencia, prueba que en el Ecuador ya no existe el Estado de derecho, sino una dictadura disfrazada de democracia". Como en algunos otros países de la región, desgraciadamente.
La convocatoria se hace pese a expresar, al mismo tiempo, una gravísima duda sobre la real independencia del Consejo Nacional Electoral, y advirtiendo anticipadamente la posibilidad de fraude, lo que debería preocupar a los países de la región y a los organismos regionales encargados de defender la democracia en América Latina.
Si, como en Venezuela, Ecuador logra unificar a los partidarios de la democracia, tendrá una posibilidad de salir del camino que hoy transita, que tiene un destino final: el del autoritarismo hegemónico que ya se ha apoderado de otras naciones. Para lo cual se ha transitado hábilmente -con la ayuda de profesionales en el arte de seducir y comprar- el camino del fraude y el de las continuas manipulaciones populistas. Como no había sucedido nunca, hasta ahora.